El mundo de cada uno

Para escribir, o hablar conmigo mismo, todo lo que quisiera o necesitara sobre este tema probablemente necesitaría usurpar la identidad de Petete y robarle uno de sus libros. Desde que yo creo que tengo uso de razón, es uno de los temas sobre los que más he profundizado "de motu" propio, y ocupa un lugar privilegiado entre las tres cosas que más me han interesado jamás.
El cerebro humano, a pesar de cuanto se sabe sigue siendo una gran incógnita, me inclino a pensar que al igual que ocurre con el cosmos, nunca llegaremos a descifrarlo, probablemente porque en nuestro caso es el propio cerebro el que se estudia a sí mismo, y en términos cuánticos eso resulta posible pero no plausible.
No pretendo no obstante, disertar sobre una cantidad ingente de capacidades, virtudes, y peculiaridades que engrosan el historial del órgano más valioso que tenemos, pero sí comentar algunas cosas interesantes.
Por hacer un ejercicio de aproximación, el tamaño del cerebro humano viene determinado por el cráneo que lo envuelve. Es una de las razones de que la corteza, la parte más extensa y externa presente esa apariencia rugosa tan característica, porque para alcanzar un tamaño mayor se repliega sobre sí misma.
Si tuviésemos un cráneo más grande, el cerebro sería más grande, pero en contra de lo que pueda parecer esto no significaría multiplicar exponencialmente sus capacidades. Primero un cráneo más grande no resultaría funcional para el ser humano, por dimensiones y peso, y además, el tamaño no incide directamente en su capacidad principalmente porque es muy importante la distancia entre todas las partes que interactúan en el mismo. Si los enlaces son demasiado grandes, demasiado largas las distancias, el impulso puede perder intensidad por el camino, o simplemente se desvanece. Resulta apasionante saber que hasta ese milimétrico equilibrio hemos alcanzado, pues todas las especies de menor tamaño poseen un cráneo demasiado pequeño, y todas las mayores un cráneo excesivamente grande para el perfecto funcionamiento del cerebro.
Su funcionamiento es químico-eléctrico, es capaz de generar microimpulsos eléctricos que sirven para transmitir y almacenar información de manera parecida a como lo hacen los circuitos integrados, pero a diferencia de éstos, su capacidad es incalculable. No sé a ustedes, pero a mí me invade una auténtica sensación de ignorancia, cuando intento pensar en cómo puede viajar un recuerdo, con todas sus connotaciones emocionales, sus detalles, su consciencia temporal, en una especie de microchispa y almacenarse para ser recuperado tantas veces como haga falta exactamente de la misma manera.
El hipotálamo, base y casi origen de todo el cerebro, se encarga de seleccionar cuales de todas las cosas que ocurren a nuestro alrededor son importantes para nosotros, y cuales no lo son. La velocidad a la que hace tal selección, por la cantidad de operaciones que realiza, aún no se ha cuantificado totalmente. Si la mente no fuese capaz de seleccionar de entre toda la información que recibe sufriría un colapso antes de haber caminado hasta el final de la calle, por lo que ese descarte tiene una relevancia máxima. Cada vez que se crean redes de enlaces para almacenar recuerdos el hipotálamo se encarga de hacer circular impulsos continuamente a través de ellos, las neuronas y sus conexiones no son archivos que descansen mientras no se utilizan, al contrario, mueren a los pocos segundos de carecer de actividad.
Esto puede parecer un tanto confuso si atendemos a los resultados de los escáner de actividad cerebral, mediante los cuales se ha estudiado qué zonas alcanzan mayor actividad con según que tareas, pero lo cierto es que esas imágenes en realidad, son el resultado de la sustracción de la imagen tomada y otra que refleja la actividad normal.
Esa actividad normal, todo el trabajo que lleva a cabo el cerebro cuando uno deja la mente libre, ya que se ha demostrado que es imposible no pensar en nada, se le conoce como Sistema por Defecto Humano, y es el conjunto de procesos que el cerebro realiza mientras no se concentra en nada, como revisar las constantes del cuerpo, temperaturas, consciencia y subconsciencia, sentidos... etc.
El lenguaje por ejemplo, es una de las tareas más asombrosas que la mente puede realizar. Se haya dividida en dos regiones importantes del cerebro, el área de Broca (situada bajo la sien) y el área de Wernicke (detrás de la oreja). La primera es la que se encarga de la emisión del lenguaje, de la articulación de los sonidos para darles una estructura de idioma comprensible.
La segunda es la que se encarga de la comprensión del lenguaje, de hacer comprensibles los sonidos que oímos de acuerdo a nuestro conocimiento. Lo hace además de una forma muy abstracta e interesante, no se trata de un simple decodificador sonido-concepto. La mente lo que hace es repetir lo que está escuchando conforme a lo que conoce, osea cuando estás escuchando hablar a alguien, no estás entendiendo directamente lo que te está diciendo sino que tu mente está reproduciendo para tí lo que escuchas acorde a tus conocimientos. En algunas personas, sobre todo mayores o en personas cuya relación entre las dos áreas sea muy sensible se puede apreciar perfectamente  como al tiempo que están escuchando lo que les dices mueven muy ligeramente los labios como si realmente estuviesen hablando ellos.
Al tratarse el lenguaje en dos zonas distintas, los daños en cualquiera de ellas, o en la relación entre ambas da lugar a casos tremendamente curiosos como olvidar el idioma materno y recordar sólo la segunda lengua aprendida, incapacidad para entender y expresarse en el mismo idioma, alternancia de los idiomas conocidos, o imposibilidad de reconocerlos como distintos.
El área de Broca es la zona que se encarga de la comunicación activa, se encuentra bajo la sien, debajo de la zona motora, algo que guarda el secreto de un pequeño pero interesante detalle : "¿Nunca te has fijado en cómo cuando hablamos con el móvil caminamos sin sentido?". Es el resultado de una intensa actividad en esa parte del cerebro,  que se concentra mucho más en el lenguaje al carecer de estímulos visuales como gestos o expresividad.
Existen infinidad de leyendas y misterios en torno a la mente y el cerebro, como que el ser humano no utiliza más que el 15% (10% según el caso) de su capacidad, algo que es rotundamente falso. El uso del cerebro es siempre, salvo por daños o enfermedades degenerativas, del 100%, ya que dentro del mismo todo lo que no se utiliza muere y desaparece.
Cada recuerdo, cada experiencia, cada cosa que aprendemos se almacena en las neuronas, unas células en forma de araña que tienen pequeños enlaces en un extremo, llamados dendritas y por los que reciben la información, y un enlance más grueso en el otro por el que la transmiten. Cada proceso de aprendizaje o de asimilación genera nuevos enlaces, por lo que el cerebro va ganando en peso con todo lo que aprende, se hace mucho más denso, con lo cual podemos afirmar sin miedo que "la experiencia pesa".
Otra parte pequeña pero importante es la Amígdala, una pequeña zona rugosa justo delante del hipocampo que es la que controla el miedo. Básicamente se encarga de darle calor a la vida, cataloga toda la información que procesa en base a si es peligrosa o no para nuestra integridad, y asigna una emoción a cada recuerdo. Algunas sustancias químicas y algunos trastornos pueden deteriorarla y por tanto es posible tanto una pérdida total de la sensación de miedo, como un pánico constante.

Existen infinidad de síndromes que evidencian a la vez la importancia y el poder de nuestra mente, como el Síndrome de la mano ajena, por el que una de las extremidades puede realizar acciones que están totalmente fuera de la consciencia del individuo. No se trata sólo de no poder evitar que haga lo que hemos pensado, sino que puede realizar cosas que en absoluto han pasado por la mente consciente de quien lo padece.
La prosopagnosia, debida a una lesión en la base del cerebro que causa que el individuo sea absolutamente incapaz de reconocer a nadie por el rostro, ni siquiera a sí mismo. No puede reconocerse a sí mismo en el espejo, ni reconoce la cara de sus familiares más cercanos.
La agnosia de movimiento, un síndrome muy extraño por la que se pierde la capacidad de contemplar el mundo en movimiento y se ve fotograma a fotograma. Los fotogramas no son inmediatos, por lo que es sumamente angustioso. El simple hecho de llenar un vaso de agua es tarea difícil si no se introduce el dedo para no derramarla, pues no se tendrá un registro de cuando se ha llenado el vaso. Se fragmenta totalmente la visión de la realidad.

Y así un larguísimo etcétera, de una interminable lista de afecciones con resultados curiosísimos. Algo que evidencia la cantidad de cosas que el cerebro ha de mantener controladas, y que al menor daño, puede dar consecuencias increíbles.

No es de extrañar, al tratarse del lugar donde habita nuestro mundo. Porque quizá el mundo no es como lo vemos, pero lo vemos así, ni las cosas son como las comprendemos, pero las comprendemos así. Todo cuanto nos rodea, todo cuanto creemos saber de las cosas, el lugar en el que estamos, el tiempo que vivimos, la vida en sí, absolutamente todo lo imaginable se haya dentro de nuestra cabeza.

No le des más vueltas, todo cuanto ves... puede ser simplemente producto de tu imaginación.



2 comentarios:

  1. Cuando alguna de estas funciones invisibles falla (estoy pensando por ejemplo en lo de ver la realidad como algo continuo y no en fotogramas) nos damos cuenta de infinita cantidad de cosas a las que no les damos importancia porque ni siquiera sabemos que existen; impresionante, da que pensar...

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  2. Cierto, se pueden encontrar cientos, casi miles de síndromes y disfunciones diferentes, y todas se producen únicamente por la interrupción de uno de tantos procesos que se llevan a cabo sin darnos cuenta en la normalidad. Es sobrecogedor...

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