Ou(ch)tanasia


He estado algún tiempo alejado del mundo blogger por diversos motivos: viajes, circunstancias personales e incluso alguna que otra mudanza. Durante ese tiempo, he vivido uno de los episodios probablemente más reveladores y escabrosos hasta la fecha.
El término eutanasia, se aplica para dar definición a una "muerte digna" si es que en algún caso dicho suceso lo es. Normalmente se lleva a cabo en pacientes que tienen una enfermedad terminal, cuyo sufrimiento, sin esperanza alguna de remitir de forma alguna supera los límites de lo que en términos médicos se considera tolerable para quien lo sufre.
Dicha "ejecución" no está contemplada en el código deontológico de la medicina en nuestro país, para las personas, aunque sí es viable para los animales.
Mi perro, el perro de mi casa, el perro de toda la vida, alcanzó la etapa final de su vida con numerosos achaques, con tumoraciones abdominales que se volvieron incontenibles y que aunque se le practicó la cirugía en repetidas ocasiones, nunca hallaron una solución definitiva.
Un día cualquiera de verano, llegué a casa y mi padre me comentó que el perro volvía a sangrar de manera constante por el intestino. El veterinario ya nos había advertido de que lo que padecía era irreversible, y que tarde o temprano acabaría con su vida.
El hecho de que la vida termina, es algo asimilable, aunque difícilmente comprensible plenamente. Aún así, todos sabemos que ocurrirá y de un modo u otro al estar advertidos nos preparamos para que un día la víctima deje de estar entre nosotros.
Eso... forma parte del devenir natural de las cosas, nadie durará para siempre, al menos de momento.
Una cosa radicalmente distinta es encontrarte con que un ser querido, y digo ser, esté padeciendo un sufrimiento atroz, que le impida llevar una vida medianamente normal y sin albergar esperanza alguna de que ese sufrimiento encuentre fin, más que con la muerte.
En ese punto, surge un dilema enorme, al menos a mí me ocurrió.
Tuve que tomar la decisión de terminar de forma voluntaria con la vida de mi perro, de darle fin a toda una vida de cuidados, de cariño recíproco, una vida de momentos inolvidables... de terminar con la vida de otro ser vivo. Sé, llegado a este punto, que probablemente fue una decisión acertada, que era lo más aconsejable y que probablemente al fin mi perro pudo descansar plenamente en paz. Y sé también , porque quizás yo en otro momento de mi vida lo hubiese pensado, que se trata de un perro. Que hay miles de personas que mueren al día, que un perro es un animal y todas esas cosas, pero es una vida.
Albergo en mi interior una demoledora sensación de que quizá pude haber hecho algo más, de que quizás podía haber intentado una última operación, que quizá me rendí demasiado pronto y sobre todo que seguramente mi perro, por el infinito amor que estos animales pueden llegar a sentir por sus amos, no lo habría hecho. Estoy casi seguro de que mi perro habría estado hasta el último instante de la vida de cualquiera de nosotros a nuestro lado, porque nunca faltó su compañía cuando caímos enfermos, porque nunca nos faltó su saludo al llegar a casa, fuera la hora que fuera, porque siempre supo agradecer...
Y yo estuve a su lado hasta el final de su vida, pero desgraciadamente también sé que fui yo quien decidió cuando llegaría ese momento.
Sé que es solo un perro, pero era mi perro. Sé que si alguien en algún momento llega a leer esto le costará entender lo que digo, o lo que trato de explicar.
Siento que le fallé...
Que quizá pude haber luchado más cuando lo necesitaba, a pesar de que hicimos mucho, nunca me parecerá suficiente.
Probablemente desde aquel día no soy el mismo, no consigo olvidar ni un sólo día que yo decidí cuando un ser vivo dejaba de serlo, que yo programé el fin de la vida de algo y que ese algo... me quería.
Dudo constantemente de si hice lo correcto o no, porque es tremendamente difícil discernir en una cosa así, sobre lo que es emocionalmente correcto y lo que es éticamente correcto.
Cada vez que abro la puerta de casa siento esa mezcla de vacío y culpabilidad, y me repito a mi mismo que lo siento, que lo siento con toda mi alma, que lo hice con toda la mejor intención de librar a un amigo de un sufrimiento que era demasiado grande para su pequeño cuerpo...
Nunca olvidaré su mirada cuando se alejaba en los brazos del veterinario, como no apartó la vista ni un sólo instante hasta que la puerta se cerró, y como nunca volvió a salir. Quizá sabía lo que esperaba, espero que no, quizá fue una manera de decir adiós... porque su defecto siempre fue no poder hablar.

Simplemente espero que pueda perdonarme algún día.

Lo siento, de todo corazón que lo siento.

3 comentarios:

  1. Una vez vi un capítulo de Star Trek: Next Generation (imposible recurrir a una cita más freak, ya lo sé) en el que una miembro de la tripulación hacía los exámenes para capitán de nave. Aprobaba todas las pruebas, pero había una en la que siempre suspendía y que consistía en una simulación de situación límite a bordo en la que ella tenía que dirigir a todo el equipo buscando lo mejor para todos; ella lo intentaba una y otra vez, siempre fallaba y la nave acababa -en la simulación- destruida... Por más que se desesperaba no conseguía pasar la prueba.

    Al final del episodio se dio cuenta de qué es lo que estaba haciendo mal: para salvar la nave con la tripulación tenía que tomar una decisión que implicaba sacrificar a un grupo de operarios, que quedarían atrapados en una zona que habría que sellar antes de que tuvieran tiempo de salir. Ella hasta ese momento siempre tomaba decisiones buscando proteger individualmente a todos sus hombres, y tuvo que comprender que un líder a veces tiene que tomar decisiones extremadamente dolorosas, en este caso matar a unos pocos, para salvar al resto.

    En esto consiste la responsabilidad. Tomamos decisiones que creemos que son las correctas (acertadamente o no, hay que admitir que somos humanos) y asumimos las consecuencias... Una mascota llega a ser parte de ti y forma parte de tus seres más queridos exactamente igual que cualquier miembro de tu familia; sacrificarlo tuvo que ser una decisión extremadamente dolorosa, pero alguien tenía que tomarla. ¿Decisión acertada o equivocada? ¿Buena o mala? ¿Justa o injusta? Yo tengo clarísimo que hiciste bien, pero aunque no fuera así yo no estaba allí y no fue mi responsabilidad. Tomaste una decisión lo mejor que pudiste pensando en el bien de tu amigo y ahora tu responsabilidad te lleva a asumir las consecuencias, es imposible hacer más.

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  2. Gracias por tu apoyo, las palabras de alguien diciendo que seguramente hice lo correcto, aunque no acaben con esa sensación... lo cierto es que la mitigan y mucho. Nunca me había enfrentado a algo así, ni había imaginado que pasaría. Por supuesto que era consciente de que algún día fallecería, como lo soy de que lo harán muchos más a los que quiero algún día. Pero quizá vivir con la sensación de que ese momento es un hecho divino o cósmico, natural, que es así porque es así.. hace que uno aunque no esté nunca realmente preparado para perder a alguien a quien ama, esté al menos prevenido y pueda evitar esta sensación que yo tengo.

    Aún así, como siempre tus sabias palabras son un soplo de aire fresco, debo asumir la responsabilidad de las decisiones que tomo... pero como duele.

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  3. Comparto el dolor tan intenso como es el de haber perdido un amigo que además es incondicional, pero claro...a.D se emfrenta con mayor magnitud a ese dolor puesto que se juzga así mismo si su actuación fué la correcta...


    Personalmente actuaste como un verdadero héroe, el amor tan intenso que le tienes a tú amigo te ha llevado a tomar esa decision para que sin lugar a dudas deje de sufrir... creeme, él lo sabe, le has salvado, y aunque no esté contigo fisicamente, sigue vivo en tu persona...

    Duele que dá, hasta miedo... lo sé... pues me quede sin mi perrita a principios de este año...y no veas el careto que tenia...
    Creo que la responsabilidad que debes asumir es que tu amigo no está fisicamente contigo, intentar de asumirlo como buenamente puedas... pero te ruego que no te sientas culpable por tomar esa decisión que sin lugar a dudas es tremendamente pesada, sino que te sientas (tranquilo) por haber salvado a tu amigo a pesar de haber hecho el sacrificio de no poder disfrutar más de él y viceversa.

    me ha satisfecho muchisimo poder leer y sentir junto a tus palabras una gran carga de emotividad, de la cual te felicito por ser tan valiente en mostrar una de las amargas (terapias de uno/ti.)

    Te mando un abrazo y espero que entiendas que él sigue contigo...tan solo tienes que recordarlo.

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